Revancha para dos clásicos bares del sur

La Buena Medida y Los Laureles tienen muchas cosas en común, como su historia, su bohemia y su cercanía al tango. El último año ambos debieron cerrar a causa de la pandemia, pero ahora encontraron una nueva oportunidad: de la mano de ex clientes que se convirtieron en dueños, el bodegón de La Boca ya reabrió y el de Barracas lo hará en octubre.

Revancha para dos clásicos bares del sur

La pandemia fue una época de persianas bajas para la gastronomía. Las restricciones mantenidas durante meses para prevenir los contagios obligaron a los bares y restaurantes a verse alejados de sus clientes de siempre, perdiendo grandes puntos de encuentro social y cultural. El largo tiempo sin ingresos hizo que para muchos de ellos, esos cierres temporales pasen a ser permanentes, impidiendo su supervivencia y alterando un contacto permanente con sus barrios.

Así sucedió en dos clásicos de La Boca y Barracas, La Buena Medida y Los Laureles. Pero hay revancha para ellos, de la mano de nuevos propietarios. El primero ya logró reabrir sus puertas, mientras que el segundo lo hará en las próximas semanas, manteniendo siempre su espíritu.  

La Buena Medida: “Estamos detenidos en el tiempo”

Este bar, situado en Suárez y Caboto, frente a Plaza Solís, tiene un vínculo desde su cordón umbilical con La Boca. “Estamos a 100 metros de donde llegaban los barcos. Nacimos el 10 de abril de 1905, una semana después del club Boca Juniors. Más pertenencia con la pasión xeneize, que se percibe solo en la República de La Boca, no hay”, cuenta Jorge Lafratti, quien se hizo cargo de La Buena Medida. Levantó sus persianas hace pocas semanas, y se mantiene abierto entre las 10 horas y la medianoche, extendiéndose un poco más el fin de semana.

“Le compramos al dueño anterior, Toni, que había cerrado en marzo del 2020 por la pandemia. A él ya no le estaba funcionando, no tenía la fuerza para seguir. Por la historia que este lugar tiene, el haber sido escenario de películas y proyecciones, podría haberlo vendido a mucho más de lo que terminó haciéndolo. Pero él quería que fuera gente del barrio, que tenga el compromiso de mantenerlo y lo quiera como si fuera propio”, explica Jorge.

Él y su socio, Maximiliano Mendoza, encajaban perfectamente en la búsqueda. “Yo venía con mi abuelo, mi papá, festejé cumpleaños de mis hijos. Siento esto como el comedor de mi casa, igual que mi socio. Era lo que estaba buscando Toni y por eso tuvimos la suerte de ser los elegidos”, relata. Los antiguos clientes, así, pasaron a ser los administradores de La Buena Medida.

La relación también se invirtió del otro lado: el dueño por más de 60 años es ahora un cliente del lugar. “Es como el patriarca, le tenemos un enorme cariño y respeto. Toni nos dice que por fin puede sentarse a disfrutar el lugar y que lo atiendan”. El hecho de haber sido antiguos comensales les permitió también a los propietarios contactar a los trabajadores del bodegón, y mantener la armonía que rigió siempre allí.

Jorge y Maximiliano se propusieron mantener completamente la esencia que tuvo siempre este bar boquense. “Estamos como detenidos en el tiempo. Tenemos la marquesina, el techo, las luces, la cortina, y el decorado de hace décadas. Las sillas, por caso, son de 1930”, señala. El tango es otro eje: se escucha desde que se abre hasta que se cierra, en boca de su administrador. También se destaca por su comida “anti gourmet”, un atributo que en otros barrios podría ser una estrategia equivocada de marketing, pero que para ellos refuerza el sentido de pertenencia y el vínculo al barrio.

“En La Boca hay un gran sentido de pertenencia. Te saludas por el nombre con todos. Nosotros teníamos una plata juntada con mi socio. Si hubiéramos querido hacer un negocio, nos hubiéramos puesto una cervecería, una hamburguesería. Pero no podíamos permitir que acá hubiera en poco tiempo una sucursal de una multinacional. Yo vivo a dos cuadras, me moría”, reflexiona Jorge.

Por eso, apostaron por “algo sanguíneo y de sentimiento”, como dice. “Tomamos el desafío de recuperar La Buena Medida y darle al bario lo que nos dio a nosotros. Funcionamos también como museo popular por la gran cultura que hay en este lugar. En un tiempo en que nadie se arriesga por la situación económica nosotros lo hicimos, vendimos los autos, pedimos un préstamo y nos hicimos cargo”, aporta, este antiguo parrillero que tenía montado su puesto frente a la cancha de Boca. Su socio, en tanto, estaba en el rubro gastronómico de una forma más cercana a la que cumplen ahora en este local.

La Buena Medida tiene, para sus administradores, algo que lo hace único en la Argentina. “No hay otro bodegón conventillo como somos nosotros. Al lado vive gente, arriba también, es algo único y otra marca de La Boca de la que estamos orgullosos”, manifiesta. “Sabemos lo que necesita el lugar y el barrio. Estamos dando lo que nosotros mismos disfrutábamos como vecinos”, cierra.  

Los Laureles: “Buscamos ser un polo cultural del barrio”

El 11 de octubre de 1893, había pocos elementos que pudieran mantenerse en la Buenos Aires de hoy. Sin embargo, uno de ellos está en Barracas: el bar Los Laureles, situado en Iriarte y Goncalves Días. El lugar había cerrado a causa de la pandemia, pese a un breve intento fallido de reestablecerse a finales del año pasado.

El clásico de Barracas parecía condenado a las persianas bajas, al menos temporal, hasta que dos socios, vecinos del barrio, decidieron comprar el fondo de comercio. Lo están remodelando y en octubre tienen previsto reabrir.

“Somos nacidos y criados en Barracas. Conocemos el barrio y éramos habitués de él en distintos momentos y décadas. Desde aquí fuimos testigos de cómo se fue transformando la fisonomía barrial”, indica Sergio Mosquera, quien habla por él y por Claudio Sodini, su socio en la aventura de hacer resurgir a este centenario bar.

Desde julio están trabajando para dejarlo listo y poder recibir a los primeros comensales en la nueva etapa. La intención original era hacerlo el 30 de agosto, día de Barracas. Luego se postergó a septiembre, aunque las complicaciones tampoco lo permitieron. El nuevo objetivo es ahora el 14 de octubre, cuando haya pasado el 128º cumpleaños de Los Laureles.

Claudio y Sergio tienen experiencia en gastronomía con distintos emprendimientos, aunque siempre por separado. Será la primera vez que coincidirán en esta antigua pulpería a la que iban de pequeños, que fue sede de filmaciones cinematográficas como Gatica, El Mono, Tita de Buenos Aires y hasta El Marginal.

Ambos socios tienen un objetivo claro para con Los Laureles. “Queremos ser un polo cultural para el barrio, manteniendo el espíritu de bohemia”, dice Sergio. Para ello, han fijado un cronograma con distintas actividades por día. Los jueves, viernes y sábado, habrá cena-show con presentación de tango en vivo. A ello se sumará, los domingos, una gran peña folklórica.

El anhelo siguiente, si todo marcha bien, será abrir también por los mediodías, y convertirse en sede de actividades culturales y circuitos turísticos.