Iluminados por el fuego
Los Bomberos Voluntarios de La Boca están de festejo. Cumplieron 50 mil días seguidos de servicio desde aquel 1884 en que se creó la institución, la primera de su tipo en todo el país. Orígenes, transformaciones y desafíos a sus 137 años de vida en el barrio.

Abierto las 24 horas del día y predispuesto a acudir en ayuda los 365 días del año, como pocos lugares en Buenos Aires, el cuartel de los Bomberos Voluntarios de La Boca se mantiene inalterable. Por estos días, vive un doble festejo. Individual, porque su cuartel acaba de alcanzar los 50 mil días de servicio desde aquel 1884 en que abrió sus puertas a la comunidad. Y colectivo, porque el 2 de junio se celebra el Día del Bombero Voluntario, una red dotada por 1024 cuarteles y unos 43 mil bomberos en todo el país.
El cuerpo de voluntarios de La Boca lleva el número 1. Nació a finales del siglo XIX en una Ciudad muy distinta. “Un grupo de inmigrantes genoveses tenía experiencias en su país de origen. Se instalaron en La Boca, y el único cuartel en Buenos Aires estaba donde está hoy la Superintendencia de la Policía, en Belgrano y Sáenz Peña. Cuando venían los bomberos para acá había barro en las calles de tierra, se complicaba, y en un fuerte incendio de 1883, este grupo vio la necesidad de actuar. Desde ese día se sigue trabajando sin parar en pos de la comunidad”, cuenta Marcelo Medina, quien integra el cuerpo desde 1980 y hoy es su jefe.
La historia cuenta que el cuerpo de Bomberos Voluntarios cobró vida en diciembre de 1883 a raíz de un incendio que comenzó a propagarse sobre la ribera del Riachuelo amenazando con destruir los caserones, conventillos, barcos y almacenes. Fue entonces cuando uno de los jóvenes del barrio sintió la necesidad de actuar. "¡Adelante los que se animen, vamos apagar el incendio!", arengó Oreste Liberti, de apenas 22 años, quien se convirtió así en jefe de un grupo de bomberos improvisados que aplacaron el fuego con baldes que llenaban en el Riachuelo. A partir de esa experiencia, el joven y su padre Tomás Liberti convocaron a una reunión de vecinos en el Ateneo Iris, el domingo 2 de junio de 1884, en la que tras un breve debate se aprobaron las bases para la "Asociación Italiana de Bomberos Voluntarios de La Boca".
Hasta no hace mucho, el cuartel sólo era integrado por hombres. “Actualmente tenemos un cuerpo activo de 64 integrantes, y cerca de la cuarta parte son mujeres. A ellos/as se suma un cuerpo de apoyo con 28 profesionales y bomberos que no pueden dedicar tanto tiempo a la institución, que llevan a cabo menor actividad. Y finalmente, los 15 miembros de reserva, que ya cumplieron cierta edad o tienen daños físicos. Están a disposición en momentos que se los precise”, enumera Marcelo.
La zona operativa de los Bomberos Voluntarios de La Boca incluye a La Boca y Barracas. Conforman un eje en Pedro de Mendoza y Almirante Brown - Avenida Vélez Sarsfield - Juan de Garay - Plaza Constitución y la Reserva Ecológica de Costanera Sur. Pero fuera de la zona también prestan servicio: “como los incendios en El Bolsón de 1987 y otros en las islas de Baradero”, explica el bombero, quien tuvo otra sentida experiencia cuando fue parte del equipo de rescate en el terremoto de México en 2017.
Como en todos los sectores, la pandemia trajo profundos cambios en la vida cotidiana del cuerpo de bomberos. “Esto es voluntario, o sea que siempre se acostumbraba que uno fuera a trabajar y luego se acercara al cuartel a prestar algunas horas de servicio. Desde marzo de 2020 se implementó por primera vez un sistema de 4 guardias de 24X72 horas, con entre 12 y 14 bomberos/as en cada una”, explica Medina.
“Nosotros tenemos protocolo para todo: terremotos, explosivos, inundaciones, pero nunca para una pandemia. Y realmente los bomberos prestan su colaboración en cada circunstancia que pueden o son convocados, como el traslado de pacientes, la ayuda en el descenso a alguien que no se puede mover, armado de logísticas, y lo que fuera”, aporta.
Y es que más allá de la asistencia en situaciones de emergencia, en sus 137 años de vida la institución construyó un fuerte vínculo social con el barrio. “Somos parte de La Boca, lo queremos y tratamos de colaborar en lo que se pueda. Nos consideramos una rama social de él”, relata el jefe del cuerpo donde las sirenas coexisten con visitas de alumnes de escuelas, talleres sociales, capacitaciones para prevenir incendios, y proyectos como el del Instituto Superior de Formación Profesional. Todo bajo el lema que los guía desde aquellos finales del 1800, Volere è potere (Querer es poder).