Los trazos de mi barrio

Hace algunas décadas y casi por azar, Gustavo López, vecino de La Boca, comenzó a reunir obras de artistas boquenses. Hoy, la Colección MOSE cuenta con más de 1500 pinturas, grabados y esculturas elaborados desde 1890 hasta la actualidad.

Los trazos de mi barrio

Gustavo López tenía 20 años cuando un cliente le regaló el que sería el primer cuadro de su colección: “Paisaje de la Isla Maciel” de José Luis Menghi.

“Tomá pibe, para que levante un poco tu oficina”, le habrá dicho. Quizás fue menos coloquial. Lo que importa es que él, por deferencia y sin estar realmente convencido, lo colgó en su impoluto estudio contable.

Hasta entonces, Gustavo no había reparado en el arte boquense, pero aquella obra lo retrotrajo al paisaje de su propia infancia, a su casa sobre Pedro de Mendoza frente al Riachuelo, a las mañanas contemplando los barcos hundidos, al recuerdo de jugar en los areneros y volver lleno de piojos y petróleo.

“Con el tiempo el cuadro me empezó a gustar, lo empecé a mirar con otros ojos”, dice hoy a sus 51 años, sentado detrás de un escritorio en una oficina donde -a diferencia de aquel despacho- no queda un solo espacio libre, atiborrado de pinturas, grabados y esculturas de artistas boquenses, que se entremezclan con las impresoras, los biblioratos y las cajas de cartón llenas de papeles de la administración de consorcios que hoy posee sobre la calle Pinzon.

Aunque toda su pasión y energías están puestas en la Colección MOSE -en honor a sus hijas Morena y Serena-, que hoy tiene más de 1500 cuadros de aproximadamente sesenta artistas del barrio de La Boca, entre los que se encuentran Alfredo Lazzari, Quinquela Martín, Fortunato Lacámera, Eugenio Daneri, Santiago Palazzo, Santiago Stagnaro, Miguel Carlos Victorica, Luis Ferrini, Marcos Tiglio y otros “ilustres desconocidos”, tal como López los llama a quienes tiene mayor interés en investigar y reivindicar. Parte de su labor como coleccionista es reconstruir la vida de estos artistas, curar exposiciones -como la muestra que realizó en el Museo Dámaso Arce del Municipio de Olavarría- dar charlas en escuelas y abrir las puertas a estudiantes que quieran conocer el arte boquense.

Antes de Google, fueron los catálogos, los libros, los diarios antiguos y las visitas al Museo Escuela Quinquela Martín los soportes que lo ayudaron a elaborar un inventario de pintores, y fue mediante un trabajo artesanal y detectivesco que logró armar la colección, contactándose con familiares de artistas (nietos, bisnietos), quienes en muchas ocasiones desconocían que entre sus antepasados había grandes maestros, jóvenes talentosos que entre los oficios que los mantenían con vida se hacían el tiempo para pintar lo que veían: el trabajo portuario, los conventillos, los barcos. Aunque López se resiste a reducir el arte boquense a “pinturas sobre el Riachuelo”: “Lejos de lo que todo el mundo cree, pintar La Boca no es pintar solamente el Riachuelo. La pintura de Quinquela se identifica con el Riachuelo y es un error: Quinquela pinta el trabajo. Después tenés artistas que jamás pintaron el Riachuelo y sin embargo vivían en La Boca”. Por eso es reticente a hablar de una “Escuela de La Boca”, dada la diversidad de temas y técnicas utilizadas por los artistas.

El criterio para formar parte de la colección es haber vivido en La Boca o haber pintado el paisaje boquense: “Muchos de los Artistas del Pueblo, por ejemplo, no vivían en La Boca, pero pintaban, pensaban y discutían la política acá”.

No obstante, se pueden identificar temas recurrentes: el Riachuelo, los conventillos, las fiestas patronales, las naturalezas muertas y las luchas sociales, sobre todo entre las décadas de 1910 a 1930, en pleno auge de las corrientes anarquistas. La elección de estos temas contrastó con aquello que la academia consideraba arte digno de ser reconocido y expuesto, lo que redundó en la exclusión de muchos de estos artistas de los salones oficiales. “De hecho, los artistas de La Boca y Barracas van a crear el primer Salón de Recusados”, acota López. 

Actualmente, solo se puede apreciar una muestra de la Colección MOSE en el centro de estudios médicos Genea, junto al edificio Canale. La pandemia impidió la presentación del libro “Desde la Raíz”, dedicado a la obra y vida de Santiago Stagnaro y la inauguración de una exposición de grabados y aguafuertes en el Ateneo de La Boca.

López es consciente que entre sus manos cuenta con un patrimonio cultural invaluable y está convencido que las colecciones privadas deben “salir a la calle”.

“Con el tiempo dejé de verlo como un hobby y empecé a verlo como una responsabilidad. Mi idea es que esta Colección perdure en el tiempo, que no sea algo comercial o de posesión, sino que esté abierto a la comunidad”, asegura mientras sueña con abrir un café cultural donde los vecinos y vecinas puedan disfrutar de las obras de estos artistas y conocer sobre la vida de estos pintores y escultores que con sus obras nos legan el testimonio de una época. Por el momento, no ha recibido apoyo del Gobierno de la Ciudad en la obtención de algún espacio que permita concretar este proyecto. 

En el libro “La noche de los proletarios”, el filósofo francés Jacques Rancière retrata un acto de “subversión del mundo”, cuando alrededor de 1830, por las noches, exhaustos, centenas de jóvenes obreros se dedicaban a escribir, a pintar, a componer poesía. En definitiva, a poner en jaque la división arbitraria entre los que trabajan y los que piensan. “Proletarios secretamente enamorados de lo inútil”, los llama. Y ve en ese acto antimercantilista un hecho profundamente político. Algo así una se imagina cuando habla con Gustavo López sobre la vida de estos artistas, reemplazando mentalmente la fábrica por los oficios y las calles de París por Vuelta de Rocha. 

✅ Parte del catálogo de la Colección puede conocerse en coleccionmose.com.ar. Consejo al lector: el instagram @coleccionmose es imperdible.

 

Pequeño glosario 👇

Artistas del Pueblo: originalmente conocidos como “La Escuela de Barracas”, se identificaron con las clases populares y con las ideas políticas izquierdistas de inicios del siglo XX. Mediante su obra contribuyeron al desarrollo del realismo social en Argentina. Para este grupo, el arte constituía una forma de intervención social y política, razón por la cual la representación de las injusticias sociales era el tema predilecto de sus obras, y la clase trabajadora y los sectores oprimidos, sus principales destinatarios.

Salón de Recusados: serie de exposiciones que, a partir de 1914, realizaron los artistas -incluido Quinquela Martín- cuyas obras no eran aceptadas en el Salón Nacional. En el manifiesto publicado en ese año los artistas declaran que concurren con su esfuerzo “a suplir un vacío que existe en nuestro arte social”.