Diez meses sin feria de artesanos
En septiembre de 2024 los puestos de Vuelta de Rocha fueron desalojados. Desde entonces, la mayoría rechaza el traslado a la Plazoleta de los Bomberos impuesto por el gobierno porteño. Durante los últimos días, se analiza la posibilidad de un regreso provisorio a la ribera. Mientras tanto, en el lugar donde estaba la feria el negocio gastronómico avanza.

La lucha de las y los artesanos de Vuelta de Rocha está a poco de cumplir un año. Desde aquel desalojo efectuado por el Gobierno de la Ciudad, en septiembre de 2024, cuando se ordenó la mudanza inconsulta a la Plazoleta de los Bomberos Voluntarios, los feriantes iniciaron una resistencia para conseguir el regreso a la histórica localización. Pese al desgaste de estos meses, la persistencia del reclamo dio lugar a una serie de reuniones con funcionarios. En las últimas semanas, se acercaron a una solución provisoria que podría reinstalar los puestos, pero en la Ribera del Riachuelo, en dirección al puente transbordador. Sería una prueba piloto.
Para los artesanos, la razón para que la gestión de Jorge Macri decidiera correrlos de su espacio frente a la Plaza de los Suspiros (donde trabajaban desde 1992) fue favorecer a los emprendimientos comerciales que crecen en Caminito. “Nos desalojaron para liberar el espacio para los empresarios gastronómicos. Se vio claro porque ellos vinieron con la idea de ´regular´, pero la zona sigue hoy totalmente desregulada”, plantea Pablo Canobio, delegado de los artesanos.
“Lo único que hicieron fue sacar la feria. Y es obvio que había un interés por el espacio, porque automáticamente lo ocuparon, con una actividad que no tiene nada que ver con la identidad del barrio. El Gobierno vendió una nueva política de ordenamiento urbano, pero está a la vista que hicieron lo que quisieron con Caminito, convirtiéndolo en un polo gastronómico en lugar de un espacio de arte y cultura como tuvo siempre La Boca y del que nosotros éramos parte”, explica Pablo.
Y cuando se habla de negocios gastronómicos lo que emerge es la figura del empresario José Palmiotti, dueño del bar La Perla, presidente de la UCR en la Comuna 4 y titular de la Defensoría del turista hasta que en 2019 su hijo Carlos heredó su cargo. “Es un desmadre lo que sucede, por ejemplo, con los decks. Nosotros veíamos en las reuniones cómo autorizaban su colocación por cinco años fundamentalmente en locales como Cachafaz, Temple o el Museo de Boca que llegaron de su mano, mientras a nosotros nos disponían el traslado. Queda muy claro cuál es el interés que los mueve”, dice Canobio sobre Palmiotti.
En la vereda de La Perla, donde antes estaban ubicados parte de los puestos de artesanos, hoy hay una enorme estructura con piso, paredes de vidrio y techo, donde el bar desplegó una decena de mesas.
Idas y vueltas
Durante todos estos meses de lucha, realizaron distintas acciones de visibilización en el barrio y movilizaciones por La Boca, la Legislatura y distintas dependencias del Gobierno porteño. La gestión de Macri los recibió en distintas oportunidades, pero cuando parecía acercarse un acuerdo a fines de 2024, la salida de Néstor Grindetti de la Jefatura de Gabinete hizo volver todo a cero. Este año, los recibió primero Marcelo Di Mario, a cargo de la Subsecretaría de Integración y Desarrollo del Sur. Poco después, Yoana Fiore, directora General de Permisos y Ferias, y finalmente el subsecretario de Ordenamiento Urbano, Pablo Comin.
En la última reunión con Comin, el pasado 7 de julio, apareció la posibilidad de un regreso temporal de la actividad, en la Ribera del Riachuelo. Pero el traslado no es parte de un acuerdo entre ambas partes. “Ellos no quieren trabajar en conjunto, solo quieren que acordemos. Y el traslado no es algo que tenga nuestro aval. Nunca pensaron siquiera en el vecino y da la sensación de que en Caminito puede funcionar cualquier cosa, menos la feria. A pesar de que está reconocida por una ordenanza y catalogada como parte del Polo Productivo por la Ley 2240”.
Los delegados tienen reparos en avanzar con la propuesta de la ribera, pero las consecuencias de casi un año de nula actividad pesan. “Nosotros planteamos varias cosas sobre la circulación y la visibilidad, que es algo que solo conoce el que trabaja en esto. También pedimos puestos fijos, el permiso para estar todos los días de semana como funcionábamos antes, y el traslado del puesto de Sturla, donde a pesar de ser de información turística, venden merchandising”, cuenta Pablo. Y rápidamente aclara: “Pero fundamentalmente, queremos que la Legislatura y la Comuna 4 sean garantes de que lo que ellos prometen, lo cumplan. Porque son mucho de prometer y después no dar nada”.
Al cierre de esta edición se esperaba una nueva reunión con Comin en la que el Gobierno de la Ciudad respondería a estas peticiones. En los artesanos hay expectativa, aunque destacan que la lucha de fondo se mantiene inalterable. “Planteamos que esto sea una prueba piloto, no que sea algo definitivo. Porque aunque tomando decisiones que no quisiéramos tomar, necesitamos seguir laburando”, reconoce el delegado.
Pese al tiempo, la fortaleza persiste en el centenar de artesanos que no pide más que el regreso a lo que supo ser su normalidad de más de tres décadas. “Lo que no queremos es desaparecer del barrio de La Boca, que es a lo que apunta Jorge Macri”, concluye Pablo Canobio.
DESTACADO
“El Gobierno vendió una nueva política de ordenamiento urbano, pero convirtieron a La Boca en un polo gastronómico en lugar de un espacio de arte y cultura”.