Alan Gómez nació en la villa 21-24 y tiene 28 años. Hace diez, se acercó al mundo audiovisual de la mano de un taller de periodismo que ofrecía el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, donde cobraba 200 pesos por mes. Su profesor Joaquín Ramos fue quien le dio la oportunidad de empezar a editar algunos trabajos.

De conjunto Adidas azul francia, me hace pasar al pequeño laboratorio donde funciona su productora Berretines Audiovisual, a unas cuadras de la villa de Barracas. Se sienta, deja la visera al costado del micrófono y dispara: “La villa era una carnicería de policías, allanamientos, donde se robaba mucho. Eso era lo que mostraban los medios, siempre fomentando los prejuicios y dándole miedo a la gente sobre la villa”, dice y enseguida marca la diferencia con el programa Mundo Villa, donde se podía mostrar otra realidad: “Me atrapó que podía contar otras historias y problemáticas, como la falta de agua, de luz, la falta de gas natural, que se vive en el hacinamiento”. Mostrar ese mundo vedado de las pantallas de TV o de los medios digitales y gráficos, donde la villa solo aparece en la sección policiales, fue la razón por la que Alan eligió la cámara como herramienta.

“Trato de mostrar otra mirada de lo que se vive dentro de una villa, de ese discurso armado sobre que viven de planes, se embarazan para cobrar una asignación o son todos vagos”.

En 2013, la entonces presidenta Cristina Fernández inauguró la Casa de la Cultura Popular, un espacio dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación e inédito en la villa 21-24. La mayoría de los puestos de trabajo fueron ocupados por habitantes del barrio. Alan Gómez fue uno de ellos. Ahí dio sus primeros pasos en un taller de cine, ya que tenía un conocimiento básico de fotografía, “tampoco era fanático del cine, ni mucho menos un cinéfilo, veía películas como cualquier otro simple espectador”. Natu (Natural Arpajou), su profe de cine, le brindó mucho conocimiento y, años más tarde, pudieron hacer una película juntos llamada Libres, donde actúan Nancy Dupla, Gastón Paul y Paloma Contreras. El film se estrenó en el Festival de Málaga de este año, pero todavía no llegó a nuestras salas.

Alan terminó el secundario en la noche del Joaquín V. González de Barracas y al año siguiente empezó a estudiar en la Universidad Nacional de Cine (FUC) gracias a una beca que le pidió, a través de una carta, al director de cine y guionista Juan José Campanella. Más tarde, por la pandemia y porque consiguió otro trabajo, tuvo que dejar. Actualmente, Alan estudia la Licenciatura en Artes Audiovisuales en la Universidad Nacional de Avellaneda.

El joven director de cine tiene varios cortos hechos con la productora autogestiva Berretines. Su mayor obra hasta el momento es El Rengo, donde realizó el guion con dos amigas del taller. El corto ya participó en el Festival de Cine de Mar del Plata y en el de Cosquín.

“Es la historia del Rengo, un referente del barrio que tenía muchos problemas con las drogas. Gustavo reunió a los más picantes de cada banda del barrio y, a través de la comunidad organizada, hizo que las cosas se normalicen”, explica Alan sobre una de las historias en las que trata de mostrar “otra mirada de lo que hay y se vive dentro de una villa, del mucho discurso armado sobre que viven de planes, se embarazan para cobrar una asignación o son todos vagos”.

Los personajes y actores que participan de los proyectos que dirige Alan son del barrio, ya que la villa cuenta con un casting donde se presentan vecinos para actuar y ponerle el cuerpo y la voz a las historias.

En pandemia hicieron un corto llamado “Quédate en casa”, en el que los protagonistas son dos niños de 8 y 10 años. El mayor debe cuidar, cocinar y alimentar al menor cuando su mamá debe ir a trabajar como esencial. “La perspectiva de dos nenes que, cuando mayormente en otras clases sociales un nene debe estar jugando y disfrutando, acá en el barrio deben estar cuidando al hermano. Que se da por una falta, donde el padre se fugó y la mamá debe salir a buscar el pan. Y son niños que tienen que vivir, crecer y que se transforman en adultos”.

Lo que vende

“No se si es pura ignorancia o algo a nivel comercial, porque la pobreza siempre vende. Como pasa en El Marginal, gente pobre matándose entre ellos, simios que se matan y no piensan. Yo he ido a la cárcel a visitar a un amigo y me encontré con mucho respeto, hay mucha gente que piensa y es inteligente”, asegura Alan cuando se le pregunta cómo se muestra en las pantallas el mundo de sus pasillos y cómo, esos relatos “colaboran a que el prejuicio se agrande”. Por eso, intenta romper ese prejuicio/juicio de los pobres y de la villa desde el habla, el lenguaje, que son sentidos de pertenencia, porque uno nunca se olvida de dónde salió y gestos que van nutriéndose desde chicos.

Alan cree que el arte cambió y puede transformar la realidad de las personas de su barrio. “Hay muchos pibes que actúan, hacen danza, hacen música como el rap o trap que, gracias al acceso a la tecnología, pueden llegar a un público masivo. No solo que la alternativa sea salir a trabajar sin ganas en alguna fábrica, estar en la obra o tener la ilusión de ser jugador de fútbol que es algo imposible", considera Alan y elige cerrar la nota con esta frase: “hay que darle siempre para adelante y que nadie la baje, que en los barrios hay mucho talento”.

 

Berretines

Alan Gómez tiene su productora Berretines con siete amigos a unas cuadras de la villa, donde pasa el mayor tiempo colaborando con otros artistas del barrio. Actualmente participa de un corto sobre violencia institucional y trabaja realizando informes en Diputados Tv. También colabora con el rapero El Punta que suena de fondo mientras nos despedimos y que participa de sus proyectos.

Ig @berretines.audiovisual / Canal de YT Berretines Audiovisual