Por salud

En la villa 21-24 de Barracas la atención primaria no alcanza. Aunque la población se duplicó en la última década, la cantidad de CESAC es la misma. Por eso, la comunidad pelea hace tiempo para que se abra un nuevo centro y se sumen más profesionales en los que están. El 7 de junio la lucha dio sus frutos: el Gobierno porteño se comprometió a construir el CESAC 49 en un año y medio, y que el 8 siga en el mismo lugar, como quería el barrio. 

Por salud

La comunidad de la Villa 21-24, uno de los barrios porteños con mayor déficit en políticas de salud pública y atención, logró un triunfo. El Gobierno de la Ciudad se comprometió a crear un nuevo Centro de Salud y Acción Comunitaria (CESAC), en menos de un año y medio. Durante largo tiempo, vecines y organizaciones lucharon para que este necesario espacio no implique la mudanza del que ya existe, el Nº 8, que además tiene una importancia histórica y simbólica en toda la zona.
El compromiso se formalizó en un acta firmada el 7 de junio en la Parroquia Caacupé, que sostiene el Padre Toto de Vedia. Por parte de la administración del PRO asistió el doctor Gabriel Batistella, subsecretario de Atención primaria, ambulatoria y comunitaria del Ministerio de Salud. Y en representación de les vecines, pusieron el gancho organizaciones comunitarias, miembros de ACUMAR, del Ministerio Público de la Defensa y el propio sacerdote. En el texto suscripto, la Ciudad promete construir el nuevo CESAC Nº 49, en un terreno de 750 metros cuadrados lindante al proyecto de viviendas Orma II, en Orma y Magaldi, a una cuadra del Riachuelo y a dos del Puente Vélez Sársfield. Se fija un plazo máximo de ejecución de 450 días, con financiamiento del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, y el Gobierno porteño asume el compromiso del “equipamiento y profesionales necesarios para su funcionamiento”. 
Para lograr este compromiso, que incluye además la promesa de “refuerzo de profesionales y mejoras en las condiciones edilicias del CESAC 8 en el corto plazo” y el desestimiento de la mudanza que se había licitado y que la comunidad había buscado parar, intervino de manera activa el Padre Toto. “Impulsamos el diálogo con el subsecretario, propiciando esa relación inteligente con el Estado que consideramos debe tenerse para favorecer la vinculación con vecinos. Hay que pensar que estos espacios comunitarios son muy significativos, no son cajas de zapatos”, describe.

“Celebramos que pueda hacerse, pero sin el personal adecuado no sirve. Necesitamos que no sea un centro vacío, como pasa en los otros donde faltan médicos y profesionales”

La salita de primeros auxilios
La historia del CESAC 8 tiene mucho significado para el barrio y rememora, incluso, las épocas de persecución que sufría la comunidad villera en la dictadura. “Cuando estaban los militares, en Osvaldo Cruz y Montesquieu existía una casa que era la cuarta parte de lo que es hoy. Y allí fue dispuesta la oficina de la CMV, que era la entidad que se encargaba de la ‘erradicación’ de las villas en Buenos Aires. Entonces desde allí, la dictadura llevó adelante la parte de expulsión de las familias de la 21-24”, explica Carlos Desages, de la Comisión de Derechos Humanos. 
El vínculo con la salud llegó apenas volvió la democracia, cuando pasó a vivir una señora que era enfermera, de nombre Mónica. “Ella la convirtió de hecho en una especie de salita de primeros auxilios. Y poco después, hacia el año 1985 y tras una movilización, la Municipalidad lo convirtió en centro de salud oficial, a nombre de Arturo Oñativia”, relata Carlos. Este espacio es hoy el CESAC 8.
Les vecines siguieron haciendo bandera las demandas sobre el Centro. Cuando se hizo la primera licitación para reformarlo, participaron desocupados del barrio, por pedido de las organizaciones. Para el año 2000, en un acuerdo con la Mutual Flor de Ceibo, se decidió crear el CESAC 35, pero cerrando el 8. “La comunidad se negó. Si bien el nuevo iba a ser más grande y con más especialidades, siempre se vio a este espacio como su Centro, y por eso es tan querido y necesario que siga funcionando”, insiste Carlitos.
Paz Ochoteco, de la Fundación TEMAS, revela otra anécdota que sirve para dimensionar el valor simbólico del “8”. “Al acompañar a las familias que fueron relocalizadas por la Causa Mendoza en complejos habitacionales, se impulsó que sean les vecines quienes eligieran los nombres de las nuevas calles que se abrían, y dijeran por qué. Una de las opciones más votadas fue 16 de abril de 1984, inauguración del CESAC”, dice.

Centro sí, pero con personal suficiente
La capacidad de atención que el nuevo centro pueda brindar no es un tema menor en el reclamo vecinal. “Celebramos que pueda hacerse, pero sin el personal adecuado no sirve estar construyendo. Necesitamos que no sea un Centro vacío, como pasa en los otros que están dentro del Área Programática. Hace años que venimos padeciendo la falta de médicos y profesionales en los Cesac”, plantea Dagna Aiva, referente barrial e integrante de la Mesa de Salud. En ese punto, relata la cantidad insuficiente de “farmacéuticos, enfermeros, pediatras, psicólogos, psicopedagogos, odontólogos, oculistas, y más”. “Muchas de ellas, atenciones costosas y que son claves para abuelos o discapacitados, para quienes es vital un seguimiento y una atención”, añade. 
Sobre el mismo tema, Paz Ochoteco enfatiza que la necesidad de contar con un nuevo CESAC nace del enorme crecimiento poblacional que ha tenido el barrio, y lo pone en números. “Tenemos los mismos centros que cuando el barrio tenía 40 mil personas, y ahora tiene 80 mil”, menciona. A su vez, resalta que el foco debe estar puesto en las especialidades que atienden a las niñeces: el promedio de edad en la villa es de 23 años, cuando en la Ciudad de Buenos Aires es de 39. “Tenemos 12 mil niños que van a la escuela primaria, 5 mil a jardín y 8 mil a escuelas secundarias”, agrega Paz.

Un pediatra para 2100 niñes
Con esa base poblacional, se vuelve tremendo dimensionar el déficit en acceso a la salud con el que cuentan les habitantes de la Villa 21-24, sobretodo quienes están en edad escolar. “La mayor preocupación la tenemos en les niñes, especialmente desde que el Centro de Especialidades Médicas (CEMAR), que vendría a ser un segundo nivel en lo que es la atención primaria, atiende solo a personas adultas. Y a eso se suma que por ejemplo de un año al otro hubo 20 profesionales menos, que se van porque la paga es mala o porque no quieren venir a atender a zonas vulnerables, y no se reponen”, describe Ochoteco. Según el último informe de la Fundación TEMAS, de 2022, hay 14 pediatras atendiendo en los 4 Centros del barrio, con 366 horas semanales en total. Es un promedio de un médico cada 2100 niñes. Más dramática es la escasez de disciplinas también claves en el desarrollo de la niñez como Odontología (se cubren 118 horas semanales entre todes les profesionales), Psicopedagogía (68 horas semanales) y Fonoaudiología (58 horas semanales).
“Cada año, desde las escuelas los Equipos de Orientación Escolar hacen unas 2000 derivaciones. El 75% de les alumnes por ejemplo necesitan atención odontológica. Se vuelve imposible para el sistema de salud asistir a la propia demanda que produce el sistema de educación”, plantea Paz, que no olvida mencionar a la tuberculosis como otra de las grandes preocupaciones sanitarias en la villa.  
Más allá del nuevo CESAC y el triunfo de haber mantenido el histórico 8, la lucha, como toda la vida, seguirá para les vecines. Por más salud.