Que no te (la) cuenten

Ni siquiera en la instancia destinada a saber “cuántos somos” o “cómo vivimos”, les habitantes de la villa 21-24 lograron los mismos derechos que el resto de la población. Hubo problemas de organización y una gran cantidad de vecines no fueron censades. Los datos oficiales aún no se conocen.

Que no te (la) cuenten

“Reconocernos” reza el lema oficial del Censo 2022, el undécimo de la historia argentina, que se realizó el último 18 de mayo. Sin embargo, ni esta instancia para saber “cuántos somos” o “cómo vivimos” logró incluir completamente a la población de la Villa 21-24. Testimonios de vecines dan cuenta que muchas personas no fueron encuestadas, en una acción que además de volver a mostrar la desigualdad de derechos, puede perjudicar la implementación de futuras políticas públicas.

Para los barrios populares, el INDEC estableció acuerdos con cada jurisdicción para hacer la organización del Censo 2022. En la Ciudad de Buenos Aires, el designado fue el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, que realiza los censos de personas en situación de calle cuestionados por las organizaciones territoriales.

El organismo asegura que 5 mil de los 60 mil censistas dispuestos en territorio porteño se destinaron a los barrios populares. Los testimonios recogidos entre vecines y referentes de Villa 21-24, en Barracas, dan cuenta de serios inconvenientes: desde el momento de organizar el operativo a la jornada de relevamiento, el último 18 de mayo.

“Lo que nos dicen quienes participaron del censo es que faltó gente. Tanto desde la convocatoria previa, donde era lógico que no iban a dar abasto, como en el hecho de que mucha gente anotada no tuvo la capacitación. Además, hubo censistas que no eran del barrio y ello hizo que tuvieran inconvenientes para hallar a todos los vecinos”, plantea Paz Ochoteco, de la Fundación TEMAS.

Para la militante, es un factor fundamental que quien encuesta sea del lugar, algo que si bien se incentivó, no se logró de manera total desde el Ministerio. “Muchos nos decían: ´pasaron por la calle, pero no entraron en ese pasillo´. Y claro, vos podés ver una reja y pensar que ahí vive una sola familia, pero en realidad hay diez. Nosotros que pisamos el barrio lo sabemos, si no sos de acá, probablemente no”, ejemplifica.

Las dificultades al censar en los barrios populares tienen dos consecuencias negativas fundamentales. “Por un lado, hay algo simbólico: se refuerza la invisibilización de una parte de la población. Que no te vayan a censar aporta a esta mirada de que son habitantes con menos derechos que el resto, y que ni siquiera en estas instancias se logra inclusión”, opina Paz.

Por otro lado, detalla que para quienes coordinan la demanda de políticas públicas en las villas es clave conocer el dato certero de cuántos viven. “Cuando nos tenemos que sentar a negociar con el Gobierno cómo dimensionamos una obra de agua, por ejemplo, lo hacemos con la base poblacional del territorio”.

Al respecto, asegura, se da un histórico sub registro. “Nuestra base es que viven 70 mil personas, según relevamientos de vivienda u otros censos del Gobierno de la Ciudad. De hecho, estamos negociando obras con el IVC con esa estimación. Aunque si consideramos la pandemia, es muy probable que esa cifra haya sido ampliamente superada. Si les da menos que eso, como es probable, es otro ejemplo de un mal relevamiento, que es grave porque es la base de muchas políticas públicas. Es fuerte como mensaje: una parte de los habitantes del país o la Ciudad que para el Estado ni siquiera existe”, manifiesta.

Sur Capitalino consultó al Ministerio de Desarrollo Urbano de la Ciudad, desde donde a pesar de responder que era posible compartir los datos actualizados de la población de la Villa 21-24, finalmente la información nunca llegó.

Para Paz Ochoteco, el censo dejó en evidencia la brecha digital que separa a la población de los barrios populares del resto de les porteñes, pero también las dificultades que trae la falta de urbanización. “No solo es tema de conectividad. Porque aun pudiendo acceder a la web, la mayoría de quienes lo hicieron nos comentaron que, al poner la dirección de manera georreferenciada, un paso que era obligatorio, no les salía, por no tener el catastro. Entonces teníamos cantidad de gente, de las que sí tenían acceso y posibilidad simbólica de hacer el censo, que se trababa en ese momento. Es otra muestra de cómo está invisibilizada esta problemática que sufren miles de personas”, cuenta.

En primera persona

“Yo vivo en el complejo Alvarado, y acá censaron solamente el 30% de la población”, señala Mario Gómez, delegado de la Manzana 29 de la Villa 21-24. Él afirma que está dentro de ese porcentaje, y que intentó llamar al 0800 dispuesto para reclamos, donde quedaron en pasar. Hasta el cierre de esta edición, no lo habían hecho. “El complejo existe como baldío para el INDEC”, cuestiona también Mario, al punto que aporta que esta situación se vivió en todos los complejos del barrio. Cuatro complejos que albergan aproximadamente 650 familias estamos en una situación similar. Esto da un muy bajo porcentaje de difícil medición”, enfatiza.

Mabel Arreguez, otra referente del barrio, indica que “hubo un censista con 40 personas a cargo para los relevamientos, y no llegaron a relevar a todos porque tenían como 60 zonas para censar”. “Para mí fue una desorganización total, ya que se perdió un día de trabajo o escuela para estar toda la jornada esperando y que no pasen. Fue algo absurdo que haya censistas en la esquina y no en tu casa o en el propio pasillo de enfrente y que no lo hagan en la tuya porque ´no es su zona´”, lamentó.

“Además de las fallas del día del censo, donde distintos compañeros y pibes de la escuela que dirijo me comentaron que fueron censadas muy pocas casas, toda la previa se organizó de mala manera. Nadie verificó si las capacitaciones se hacían, se suspendieron tres en una semana, y la propia aplicación dispuesta por el INDEC empezó a andar recién un día antes”, manifestó asimismo Jordana Secondi, directora de la Escuela Media Nº6.