Injusticia virtual

Por la pantalla de un celular. Así recibió la familia Kukoc la decisión de la Justicia de condenar a dos años a Luis Chocobar, el policía del gatillo fácil televisado y felicitado por el poder, que mató por la espalda a Juan Pablo, a metros del conventillo donde vivía en La Boca. La respuesta judicial consolida un mensaje erróneo sobre el uso de la fuerza policial y genera escenarios de impunidad para futuros hechos de abuso con uniforme. Cobertura de los medios populares sobre un caso paradigma de la desigualdad.

Injusticia virtual

Por Colectivo de Medios Populares (*)

"La justicia no es justa. Destrozaron a una familia", lamentó Ivón Kukoc al escuchar el veredicto del juicio por el asesinato de su hijo Juan Pablo. La primera reacción fue el llanto desconsolado de la impotencia. Ivón recibió la decisión de la Justicia por videoconferencia. En su casa de Lanús, abrazada por sus nietes y sus hijes. El aislamiento impidió que otras mamás, que sufrieron el gatillo fácil, estuvieran allí, conteniendo y apoyando. La familia Kukoc vio la transmisión del veredicto por la pantalla de un celular, en su casa. Injusticia en formato digital.

El Tribunal Oral de Menores Nº2 condenó al policía Luis Oscar Chocobar a la pena de 2 años de prisión en suspenso y a 5 años de inhabilitación para cumplir funciones en las fuerzas de seguridad, por encontrarlo culpable del delito de homicidio agravado por su comisión con un arma de fuego, cometido con exceso en el cumplimiento del deber. Las últimas palabras de Chocobar fueron que para él cumplió con la ley. Afuera de Comodoro Py declaró a los medios de comunicación: “El corazón se me quiere salir porque es muy injusto. Estoy tranquilo porque está acá la gente que me apoya y me quiere. La Policía de la provincia tiene unos huevos impresionantes”. En el mismo veredicto, el menor acusado de intento de homicidio en ocasión de robo fue condenado a 9 años de prisión efectiva.

Ivón está disconforme con la sentencia, pero a la vez se siente tranquila porque no absolvieron a Chocobar y el asesino de su hijo recibió una condena. “La Justicia no existe y menos para personas pobres que no tienen la plata o contactos para moverse. Yo esperaba una condena justa que lo inhabilite, que él no sea más policía y que pase por lo menos un día en la cárcel. Eso iba a ser bastante para mi familia, que él sienta lo que es estar así, solo, triste, vacío. Capaz ahí hubiera tenido la capacidad de pensar y ver si puede seguir viviendo con lo que hizo, porque en realidad pasó de ser un policía a ser un asesino”.

El máximo de pena para el delito por el que condenaron a Chocobar es de 3 años, excarcelables, como había pedido la fiscalía. Los jueces no le dieron la máxima, tampoco lo absolvieron. El policía de Avellaneda hubiera quedado libre de todos modos. Excepto que los jueces hubieran aceptado condenarlo con la tipificación que pidió la querella -homicidio doloso agravado por abuso de sus funciones-. “Lo más importante es que el tribunal dictó una condena. Los jueces consideraron que lo que hizo Chocobar es un crimen, que ningún policía puede hacer lo que hizo Chocobar, que eso está prohibido y es delictivo”, enfatizó Pablo Rovatti, titular del Programa de asistencia y patrocinio jurídico a víctimas de delitos y representante de Ivón Kukoc como parte querellante.

“La condena impide que Chocobar siga siendo policía y que porte un arma, para lo cual evidentemente no estaba capacitado. Eso es una garantía y un mensaje importante para toda la sociedad: ningún policía que mata a tiros por la espalda a una persona que huye está justificado. Nadie que haga eso cumple con su deber, sino exactamente lo contrario”, aseveró Rovatti. Y aclaró que “en este caso no se juzgó a ‘la policía’, sino a un funcionario concreto que abusó de su función y privó arbitrariamente de la vida a una persona”.

La familia Kukoc sufrió el hostigamiento de los medios hegemónicos de comunicación, de sus vecinos del barrio y también de la Policía. Sin ir más lejos, mientras los canales de televisión hacían guardia en la puerta de su casa, llegaron efectivos de la Policía de Lanús y se dirigieron a Ivón de forma hostil intentando impedir un corte de calle que no iba a suceder. “Ya sabemos quiénes son ustedes”, impartieron los policías. “Nos dicen que ya saben quiénes somos, como si hubiéramos hecho algo malo. Después de todo esto, ya sé cómo sigue. Sentimos miedo porque en algún momento se va a acabar esta cuarentena y vamos a tener que hacer una vida normalmente, mis hijos van a tener que salir a comprar e ir al colegio. La policía siempre nos hostiga a nosotros y a mi familia”, contó Ivón y relató que tuvo que cambiar a los chicos de escuela por situaciones de acoso: “Cuando iban a la escuela, influenciados por los padres, los chicos los trataban como los hermanos del asesino de La Boca, del que quiso matar a un turista”.

Ya son casi cuatro años en que la familia Kukoc sufre la pérdida de Pablo. Hay días que se sienten quebrados y no quieren nada más que ver a su hijo, a su hermano, a su tío, que no está entre ellos porque, a los 18 años, un policía lo asesinó por la espalda.

“Estos años fueron muy duros para nosotros porque nuestro hermano no va a volver nunca. Para mí en el momento que mi hermano murió como que se nos partió el corazón a nosotros. Están sus sobrinos que lo extrañan mucho. No es lo mismo sin él”, cuenta Belén, que se siente muy mal con la decisión de la justicia porque esperaba una condena más dura. “No nos vamos a conformar, vamos a apelar para que cumpla los años que tiene que cumplir. Me parece muy injusto que le den dos años por matar a mi hermano y a otro le den nueve años por intento de homicidio”, asegura.

Desde el Programa a cargo de Rovatti, que depende de la Defensoría General de la Nación, entienden que la condena fue importante, pero no están conformes con el fallo.

- ¿Considera que se juzgó con la misma vara al menor condenado que a Chocobar?

- Me llama la atención la diferencia significativa que hay entre las condenas. Si uno compara una condena por una tentativa de homicidio y robo con arma imputada al menor condenado a 9 años de prisión, con la condena de 2 años de prisión en suspenso, sin un solo día de privación efectiva de la libertad y 5 años de inhabilitación, al policía Chocobar al que se le imputó, nada menos, que abrir fuego y disparar no menos de seis veces contra una persona que huía corriendo sin ningún arma, que no representaba un peligro para nadie, y matarlo por la espalda... No encuentro una congruencia entre las penas que decidió el tribunal.

- La condena que recibió Chocobar, menor incluso a la que pidió la fiscalía, ¿puede dejar un antecedente indulgente para otros casos similares?

- Sí, lamentablemente, sobre todo por la indudable repercusión que ha tomado este caso. Y no sólo como antecedente, sino como un termómetro de lo que decidan los tribunales de justicia en este tipo de casos. El mensaje que se envía es peligroso, porque si bien no es un mensaje de tolerancia con el uso abusivo e ilegítimo de la fuerza policial, de la fuerza letal, que mata, sí es un mensaje que, a nuestro juicio, es indulgente con la violencia policial porque no cumplirá con una pena de prisión. Cuando en otros casos, por delitos muchísimos menores, la gente va a la cárcel.

* Esta nota es el producto del trabajo colectivo de los medios populares FM Riachuelo, Revista Resistencias, La Retaguardia, Revoluciones.net, Sur Capitalino y Radio Gráfica.